miércoles, 18 de noviembre de 2009

abrazame...

Derroché mil suspiros y pensamientos en cada escalón 
mientras subia
Pude haber pintado corazones en las paredes de una vecina enemiga
un piso antes de llegar 
tuve que paralizarme para no voltear...
que ganas de regresar, que ganas de bajar
correr, correr... 
correr hacia él
no tocar jamas sus labios, jamas
porque no seriamos nosotros...
que ganas de treparme a ese delicioso abrazo
una vez mas, para siempre

Y luego de un suspiro más esta noche
me resigne a dejarlo en la imaginación
me dejé llevar por el ruido 
y volví a callar dos palabras nunca dichas...
ahi quedaron 
desparramados los mil pensamientos que anhelaba compartir
y antes de mañana que ya es hoy
de soñar con angeles como me pidió...
intento decir sin decir... 
intento un suspiro más 
y a domir...
que ganas de no olvidar la sensación
que ganas de no olvidar lo que sentí...
que ganas de treparme a ese delicioso abrazo
una vez mas, para siempre.

jueves, 12 de noviembre de 2009

"tu no tienes capacidad para el odio"...

Con un pucho mal agarrado en una mano y una barra de Halls, sentadas en la banca del parque que nos escondía de nuestras mamás: Recuerdo cuando una buena amiga de los 15 y la vida me dijo: “Tu no tienes capacidad para el odio”, y que yo sonreí sin entender realmente la magnitud del cumplido.

¿No tengo capacidad para el odio? ¿Tan insignificante es mi pasión como para no llegar realmente a tener un sentimiento tan fuerte? ¿Tan difícil es sentir algo sin tener la más mínima duda? Nada, no siento nada. 
Nunca he podido tener un sentimiento bueno o malo sin que de inmediato otro se cruce para hacerme dudar de lo que siento. Que si quiero, quizá no quiero tanto como pienso. Que si decido hacer algo, ¿será la decisión correcta o no? Que si mi estomago se retuerce y mi cara se llena de un sofocante calor al recordar a alguien que creo odiar, llega esa sensación de realidad y de una puta bondad que no me sirve para nada en ese momento. ¿Qué será? ¿Será eso que los asesinos deberían tomar en cuenta antes de acabar con una vida inocente? ¿Será ese momento de claridad que alguna fuerza poderosa y porque no decirlo, que Dios pone en mi cerebro para encontrar la calma y no aumentar mi ira? 

Y ya con más años encima, otro amigo más consciente de lo que es vivir, me dice que si quisiera podría odiar, solo debo saber cómo ¿Y como se odia, amigo mío? Tú que no odias a nadie. ¿Cómo puedo saber si ese odio que creo sentir no es más que una profunda tristeza o una terrible decepción? 

Quisiera poder diferenciar el orgullo dolido de un corazón roto. Quisiera entender si me hirió más la mentira o el haber querido alguna vez a quien mintió. Quisiera, como quisiera no tener que ver nunca más sus ojos rojos y ebrios de despecho, ni los labios que tantas veces alzaron la voz más de la cuenta y me destrozaron lo que pudo ser, por primera vez, un sentimiento sin dudas. 

Quiero paz y no sé dónde hallarla, porque en mis paredes hay ya tanto silencio que aturde. Y en mí guarida, en ella retumban los murmullos de una historia mal contada, de un maldito rumor. Quiero arrancar la bondad de mi corazón, luchar por mi paz y mi libertad para andar sin tener que enfrentarme a un falso rostro que se burla de mi, que inició una guerra en la que ganó la mentira, una guerra sucia en la que mató la promesa absurda de vivir en paz con los recuerdos. 

Nada, no queda nada. Del buen sentir no hay ni cenizas. Las sopló cuando calló la verdad. Del otro, he visto rastros por aquí. Quiere asomarse poco a poco y yo huyo. No reconozco a mi Yo con maldad, no lo recuerdo y no sé si deba temerle. Justicia, eso reconozco, mi nombre limpio y en alto como antes, eso recuerdo, eso quiero y por eso, porque no quiero odiar sin saber odiar y por mi paz.

jueves, 5 de noviembre de 2009

"EL SER HUMANO NECESITA SABER Y TENER LAS RAÍCES DE SU IDENTIDAD"

Un relato escrito por mi tia abuela... aunque no conoci a casi ninguno de los personajes, son parte de mi historia... de la vida de mi abuelo y la razon de su hermoso caracter... Parte de mi bisabuela y del alma blanca que todos amamos tanto...
RELATO DE ABUELITOS ARCE BARRANTES Y RECUERDOS DE FAMILIA… Ya hace 31 años que vivo fuera de mi ciudad natal, Lima. Nunca tuve intención de quedarme tanto tiempo lejos de mi país… Por contingencia, después de una etapa en Canadá, y en una visita que en principio era por 45 días a España, se convirtió en que estoy viviendo la mayor parte de mi vida en el extranjero, que se vuelve familiar en el día a día, pero que a la vez, va acumulando la nostalgia de mi niñez. A mayor distancia en el tiempo, más profundas van creciendo las raíces en los recuerdos. En un pequeño restaurante peruano en el madrileño barrio de Argüelles, donde vivo, ví un afiche en la pared de una Plaza que decía: Cajamarca. Nunca pude visitar Cajamarca, la tierra de mi padre, que me trae referencias de familia que siempre se nombraron en casa. Se confunden las ideas en un paisaje abstracto de imágenes que no se conocen, pero que se sienten en lo más profundo del corazón, sobretodo, cuando sabes que tu padre nació en esa ciudad, y que sus padres, tus abuelitos poseen una historia entrañable, no con muchos datos, pero suficientes para dar significado a la estructura del Nombre del Padre (como se aprecia en sentido psicoanalítico). Lo que siempre pude oír a mi alrededor, como la hermana más pequeña, de una familia de tres hijos, mi padre y mi madre, fueron palabras de respeto y admiración por todo lo que provenía de mi familia paterna. Y así era la realidad que confirmaba yo misma a través de mis recuerdos de niñez y adolescencia. Mi abuelito, D. Toribio Arce Vargas, magistrado, Vocal de la Corte superior de Cajamarca, estaba casado con Da. Beatriz Barrantes Silva Santisteban. Decían que él era una persona sumamente inteligente, que ejecutaba tres acciones a la vez; probablemente, redactaba en voz alta, decidía otro tanto y una tercera actitud reflejaba su gran capacidad intelectual reconocida por sus generaciones. Una foto con su sombrero de pico (estilo Napoleónico), solo la guardo en el recuerdo, porque se perdería con una foto de mi bella abuelita Beatriz. Solo las vi una vez, a la edad aproximada de diez años, en una mudanza de mi hermana Betty, y mi madre que apreciaba y quería mucho esas fotos, no pudo rescatarlas. Es como si lamentablemente, fueran absorbidas en un destino inexorable para escaparse de las manos para siempre. Menos mal, conservo otra foto de mi abuelito y mi abuelita, que me gustaría incluir al final de este relato, para que pudiesen los primos y sobrinos compartir el cariño y la admiración para conocer más el tronco de donde provenimos y que a la vez, puedan heredar los nuevos miembros de la familia, ya que como además yo no tengo hijos, comparto muy profundamente a que se divulgue nuestro entrañable y más preciado recuerdo familiar. Supe que mi padre Alberto Arce Barrantes, quedó huérfano de madre, muy pequeño, quizás apenas tenía tres años, y que lo educó el tío Absalón Barrantes. Agregaré al final, la transcripción de un escrito que recientemente encontró Beto, hecho con puño y letra de mi padre, en el que relata con admiración y respeto la personalidad del tío Absalón. He llegado a conocer al tío Absalón, se le veía siempre con el seño fruncido, como si estuviese molesto, y que uno es sensible a esto, especialmente cuando se tiene 4 o 5 años, que justo es cuando uno más percibe las personas y se le veía así porque era una persona muy seria y muy responsable, que inspiraba respeto profundo, a partir de su propio comportamiento recto e impecable. Recuerdo también que tenía dos hijos que conocí a temprana edad también; uno se llamaba Reynaldo y el otro Manuel. Con mis padres visitábamos al tío Manuel, pues vivía en una casa cerca de la nuestra, en el distrito de Pueblo Libre, en Lima. Era padre de 12 hijos, diez chicas y dos chicos, estaba casado con una señora que se llamaba Caridad. Esta señora a su vez, tenía una hermana soltera que la ayudaba a criar a la prole; la llamaban la tía Rebeca –a ella sí se la veía molesta siempre, y supongo con mucha razón, tratando de poner orden a los niños y ayudando en la tremenda tarea doméstica. Pero sé que los hijos asumían responsabilidades con sus hermanos, a medida que iban creciendo. La mayoría de ellos son muy guapos, tan rubios y de ojos claros, que puede uno creer que son europeos del norte. Me enteré hace pocos años, que Gloria, la hermana mayor, había fallecido. También el tío Manuel, en una muerte tan dulce, como echarse a dormir y no despertar. Me dicen que se reúne toda la familia, todos los Martes a rezar por el alma de Gloria y Manuel. Su profundo comportamiento Cristiano y Católico siempre ha dado ejemplo de familia organizada, unida, trabajadores y muy auténticos. En la actualidad, cuidan a su madre que aún vive, creo, pues todos somos tan frágiles y el tiempo pasa tan rápidamente, que no lo puedo asegurar esto, pues hace como 3 años que no tengo contacto telefónico con la familia Barrantes. El tío Absalón tuvo la previsión y la inteligencia de apuntar a mi padre en la Marina de Guerra, donde hizo carrera por unos 25 años, y después fue a desarrollar una labor docente para enseñar radio y electrónica. En aquella época recién salía la televisión (año 1957 aproximadamente). Siempre venía rezando al tío Absalón y dando gracias a Dios de esa visión que tuvo de preparar a mi padre, ya que mi madre viuda conmigo, pequeña y huérfana, pudo percibir la pensión de la Marina, que nos daba sustento. Recuerdo conversaciones a mi alrededor, cuando tenía pocos años, 4 o 5 quizás, comentando que el tío Manuel iba caminando por la calle, y de pronto vió que su padre caía víctima de un infarto al corazón. Recuerdo fotos de las exequias fúnebres del tío Absalon, donde se veía reunidos a todos los hombre de la familia –las mujeres no asistían a los entierros en aquella época. Comprendo el dolor que sufriría el tío Manuel que adoraba a su padre, y que estoy segura reforzó aún más su fé y su vida Cristiana. Mi padre tenía dos hermanas, la tía Leonor y la tía Julia Rosa. Solo recuerdo haber conocido a la tía Leonor, la recuerdo con pelo blanco y moño, en alguna tarde de visita, cuando yo tendría unos cuatro años. Volviendo a los comentarios de la abuelita Beatriz, sé que su familia tenía una historia de matrimonios entre miembros de la misma familia, que hacían confundir el árbol genealógico, que tan maravillosamente sabía explicar nuestro querido e inolvidable primo Emilio Montoya Arce. Cuántos recuerdos tan bonitos de la casa de Barranco, con las reuniones familiares, donde me parece aún oir cantar a nuestros querido primo Julián –quien era mi padrino de bautizo, y su esposa Alicia –siempre tan dulce… haciendo coro total con mi mamá María Lidia, es decir Lila como la llamaban. Mientras pasaban los platos de la cena que todos los familiares disfrutaban en una algarabía que aún resuena en mis oídos y con imágenes tan vívidas como el patio de la casa, iluminado en la noche, que reunía grupo de familiares. También recuerdo ese patio, donde los gatos eran comensales de rutina atraídos por el cariño que Rosita y Emilio les demostraban. Eran ellos tan entrañables también, que solo ofrecían cariño a toda persona y ser que tenían alrededor. El perro de la vecina, recuerdo se llamaba Milord, y éste vivía como un Lord más bien cuando visitaba la casa de Emilio, y esas vecinas de la casa de al lado, eran miembros-adjuntos de la familia. Los recuerdo con tanta emoción como si fuera ayer mismo, y también la última vez que les ví cuando viajé a Lima en el año 1982. Recuerdo Rosita vió una foto mía, de una puesta de sol, que reflejaba un atardecer en Edimburgo, Escosia, y le encantó, así que al regresar le envié una ampliación de esa foto por correo. Dicen que la casa de Barranco, en principio la encontraron mis padres para alquilar, pero al no decidirlo, luego le pasaron la voz a Emilio por si les interesaba y después ha pasado a ser un lugar emblemático para la familia. Cuántos lindos recuerdos de infancia de varios domingos que nos reunimos con la entretenida y amena conversación de nuestro querido Emilio. Cuando yo vivía en Paris, hace algunos años, recibí la noticia del fallecimiento de Rosita, que me llenó de tristeza cuando estaba yo en Plena Estación de Austerlitz, y se me cruzaban tantas imágenes del recuerdo. Mi sobrino Germán, hijo de mi hermano Alberto, recuerda con tanto cariño y admiración a Emilio y a Rosita, que a pesar que les vió pocas veces, fue impresionado por la sensibilidad y cariño que ellos desprendían. Mi mamá les quiso siempre muchísimo también y sé que todas las noches antes de dormir les incluía en sus oraciones. Ahora sé que ella les ha encontrado ya y pertenecen a la Gloria de Dios. Siempre se comentaba que la abuelita Beatriz era de excepcional belleza, decían: “rubia entre las morenas y morena entre las rubias; era tan bonita, que los coches de la época se detenían para admirarla”. Dicen tenía unas pestañas tan frondosas y largas, que sostenia con ellas, un cigarrillo sin dificultad. El abuelito la adoraba. Como la felicidad es efímera, la abuelita cayó enferma, creo que lamentablemene, de tuberculosis por contagio que en aquella época –siglo antepasado- no supieron controlar, y le arrebató la vida a los 33 años. El abuelito cayó en una profunda tristeza, lo que llamamos hoy depresión y se fue abatiendo él mismo, que creo no duró muchos años más. Sé que luego mi padre cuando lucía bien su uniforme de Marino (pues era muy guapo también), vivía con sus dos hermanas, Leonor y Julia Rosa. Fue en esa etapa que conoció a la Srta. María Lidia Casas Guerra (mi madre). Mi abuelita materna, la honorable abuelita Antonia Guerra Rivera (de Casas), era propietaria en Lima, y arrendó un departamento al joven marino Alberto. Esta circunstancia hizo que mi madre conociera a mi padre, creo ella tendría unos 19 años, pues se casó de 20 y él tenía 33 cuando contrajeron matrimonio. Incluiré una foto de novios de mis padres. No olvidaré de agregar las fotos únicas que tengo de nuestros abuelitos, que las guardo como un tesoro y que compartiré con ustedes con todo cariño, pues sé que desde el cielo, muchos van a estar muy complacidos. Hace pocos años envié copia a nuestro querido Leopoldo a Sydney. Él también partió alrededor de la misma fecha que mi mamita. Pocos meses después nuestro querido Julián. Por eso, tenemos varios ángeles que nos rodean, separados por una sutil línea que es la vida misma. Donde ellos perviven, el tiempo y la distancia no existen, por eso en la certeza de un inminente reencuentro, no debemos entristecernos, sino por el contrario honrar su recuerdo con todo el cariño, admiración y respeto para compartirlo luego en la promesa de Dios, de reunirnos con todo lo que hemos amado… Charo Arce Casas Marid, 10 de >Noviembre, 2007

sábado, 29 de agosto de 2009

Salva!


El 28 de enero puse aquí lo que andaba sintiendo por esa vidita que ya quería nacer, unos dias despues, llegó Salvador!...

Creo que ni su madre se dio cuenta al escoger su nombre, de que el la ha salvado (muy a pesar de estos desvelos, prohibiciones y fines de semana en casa)... La ha salvado de la indiferencia que andaba mostrandole a la vida, al verdadero sentir.

Tenia razon, tiene esa nariz, esos ojitos achinados, las orejas de su mama y tambien los pies. Lo que no adivine, es que tendría esa sonrisa que te hace querer saltar de dicha, esa mirada que te inmoviliza y (un no se que) que hace que pongas la peor cara de estupida que puedas poner. Lo que no adivine, es que lo querria tanto (hoy reconozco que tuve miedo de no hacerlo al verlo), pero lo quiero, y con sus 6 meses es parte importante de una historia.

Será por eso que no importan las noches por allá, que no importan los sábados perdidos. Será que el tambien ha salvado el verdadero significado de una amistad. Será que no solo su madre, mi querida amiga, ha de refugiarse en verlo crecer, en sus risas maravillosas y podamos compartir los dias, las preocupaciones, las penas, viendo en el una esperanza, quiza la imagen de un recuerdo que espero algun dia deje de herir tanto. En fin, el no trajo un pan bajo el brazo, trajo el descubrimiento de una fortaleza y el despertar de un corazon dormido... y mas, muchisimo mas.

viernes, 28 de agosto de 2009

como cada dia... hoy te recuerdo!

... Los ultimos años, agosto ha llegado y se ha ido como si nada. Hemos dejado de hablar y recordar la fecha aunque estoy segura que ninguno lo ha olvidado. Desde que se fue nada ha sido igual para esta familia que se divide cada día mas y que extrañamente, tambien se va uniendo. Ya que se cumple un años mas, pense en colgar esto que escribi hace un tiempo. No termina de gustarme y no termino de querer contar mas cosas cada vez que lo leo. Hay tanto que decir de las personas que uno ama realmente, aunque creo que sería bueno poder decirles realmente a las personas lo mucho que las amamos, antes de que llegue un agosto.

- Todo seria tan distinto si estuvieras aqui, tantas cosas estarian en orden, no habria tanta soledad, aunque desde que te fuiste la esperanza es distinta, se siente mas... como si tuvieramos la certeza de que sigues guiandonos, que sigues dandonos palmaditas en la espalda, besos en las piernas y la proteccion de las siestas. Como si siguieramos jugando en el jardín de la casa mientras nos miras por la ventana, cuidandonos de las caidas y disfrutando con nuestras risas.

Florence Graciela Ross Villaran ... "La Mama"
   
   Aun tengo grabada en mi memoria sus medias largas de colores. Una época se pusieron de moda entre las chicas de mi edad, pero ella tenía siempre las más coloridas y bonitas. La recuerdo sentadita en una alfombra donde debía posar sus pies cada mañana al levantarse. La recuerdo sentadita, enseñándome algunos discos de vinilo de la gran colección que guardaba en el "mueble de los discos". Una vez, me enseño muy emocionada el disco con todas las canciones de "The Sound of Music" y se emocionaba aun mas al ver mi interés por el y por la película. Así, sentada en esas alfombras que cambiaba cada tanto, se pasaba horas contándome las historias de su niñez con amas y cocineras, de su elegante padre y de su querida perrita Dolly. Sus ojos verdes se llenaban de vida cuando intentaba describirme las calles de Lima de aquellas épocas, los hoteles elegantes y los verdaderos bailes.

Nació un 10 de Setiembre en la capital, la llamaron Florence Graciela y llevó, hasta sus ultimos dias, bien puestos el Ross de su padre y el Villaran de su madre. Al pasar de los años la gente deformo su nombre y hasta ella se reconocia con un simple y menos alienado "Florencia".

Era hija de una señorona, de esas que pasaban sus vidas preocupadas mas por la reputación de la familia que por intentar tener una relación mas estrecha con sus hijos y ansiosa por que las cenas estuvieran siempre a la hora, eso si, preparadas por el personal de cocina de la casa. Su padre, era un publicista ingles, elegante, puntual y serio pero que siempre encontraba la forma de regalarle una sonrisa. Murio cuando ella bordeaba los 16 años y tuvo que ser declarada mayor de edad para hacerse cargo de la empresa y del peso que una señorona preocupada por las cenas no era capaz de cargar.

La Mama, como sus hijos y nietos la llamabamos, nos recordaba de vez en cuando con mucho orgullo que la agencia de publicidad de su correcto padre habia traido al Perú los primeros anuncios con luces de neón. Yo me burlaba un poco e incluso dudaba de la veracidad de su historia, ella me daba una palmada en la espalda impulsada por la piconeria, sonreia de lado y se burlaba de mi por no haber vivido lo que ella me contaba. Se burlaba también de mi interes por la cultura inglesa y por las imagenes e historias de esa Lima antigua de la que ella tanto hablaba. A veces, les contaba a mis hermanos sobre las fiestas en el Hotel Crillon, las matines en los cines y las amigas de guantes blancos y al verme llegar se quedaba callada esperando, quiza, que mi emoción le diera fuerzas para seguir recordando. Y recordaba, porque al quedarnos solas olvidabamos las burlas y silencios, ella sin omitir detalles y yo creyendole cada palabra e intentando dibujar en mi cabeza y en blanco y negro las imagenes de las historias que me regalaba. Porque eran para mi, eran mis tardecitas con ella sentadita en la alfombrita, antes de su siesta que muchas veces me obligó a hacer, bien juntito a ella.


Estudio en el Belén, un colegio de monjas francesas y de nombres que no recuerdo. En su desesperación por ver la mala educacion de los tantos colegios por los que yo iba pasando, me explicaba que antes, las chicas se la pasaban estudiando día y noche con sus uniformes blancos de verano, con cursos que iban mas alla de las matematicas y la historia, cursos que servirian para la vida real y cotidiana.

Era rebelde para su epoca, o por lo menos eso pense cuando me hablo de esa musica que fue prohibida y que ella impuso en las fiestas que ofrecia, dejando a todos sin mas remedio que bailar al compas de la que hasta sus ultimos dias, fue una de sus melodias favoritas, el Mambo. 

He intentado buscar la imagen perfecta para la historia del rey del Mambo. Esa en la que la Mama caminaba por Jiron de la Unión cuando vio sobre su vereda un rostro familiar, un sombrero que la saludaba educadamente y un brazo que la rozo sin querer para darse cuenta de que Perez Prado, el cantante del momento, habia pasado justo a su lado. Ella no entendía, y comparaba esa experiencia con los gritos exitados que las chicas de mi edad daban por esos salseros de moda.

Conocio al que fue su esposo en la estación de radio donde su voz era usada para diferentes personajes de radionovelas. Ahí, conocio a Chabuca Granda, o como ella la llamaba con desprecio, Chabuquita Fuller y sacaba de la tumba aquellos rumores que hablaban de otra mano que realmente escribía las canciones y del credito que ella se llevaba.

Tuvo 4 hijos, entre ellos mi madre, la menor, la niña de sus ojos. Su matrimonio, del que no sé mucho, era al parecer un acuerdo en el que se respetaban mutuamente pero en el que el amor habia dejado de existir hacia mucho tiempo. El es aun un tipo bonachon y a ella, eso le aburria. Se separaron quiza desde mucho antes que yo naciera, pero mi abuelo, "El Beto", dejo la casa cuando yo tenia 3 años para irse a España.

La casa donde yo conoci a la Mama y que me presto como mia por muchos años, la gano en un sorteo cuando San Borja aun era pedazos de haciendas de grandes señores y donde las vacas pasaban al pie de su ventana. En esa casa jugaron sus hijos y sus nietos, los amigos de sus hijos y los nuestros. Aunque vivimos ahi toda nuestra vida siempre fue para nosotros "la casa de la Mama". Esa casa que seria testigo de incontables risas y alegrias, de peleas familiares que nunca se hicieron extrañar y de la madrugada mas fria, cuando por el pasadizo se anunciaba que La Mama, nos habia dejado para, espero, dejar de sufrir.

Era una virgo perfecta. Vanidosa sin llegar a caer en lo antipatico. Siempre tuvo muy claro quien era y lo que podia darle a este mundo y a los que dependian de sus cuidados. Tenia un sitio especifico para cada cosa, era ordenada dentro de un desorden que solo ella entendia y que fue muy util para encontrar velas, linternas y comida cuando los apagones invadian las noches limeñas.

Su habitacion, la primera de ellas, se me ha tornado borrosa. Ha sido opacada por el recuerdo de una habitacion con olor a medicamento y a miedo. Al final del pasadizo, al lado del pulcro baño, estaba esa habitacion borrosa. La ventana estaba sobre el jardin de la casa y desde ahi vigilaba nuestras horas de juego despues de hacer las tareas, vigilaba que las paredes de su casa no quedaran con marcas ovaladas por una pelota traviesa y vigilaba tambien que yo pudiera ser parte de los juegos de mis hermanos sin ser molestada por ellos y si no era asi, un grito desde aquella ventana bastaba para darme mi lugar o aconsejarme que dejara de hacer papel de idiota y entrara a su habitacion, donde estaria mas segura.

Tenia ella, un gran afan por Brasil. Vivio ahi por algun tiempo y siempre hablaba de el con nostalgia, sentimiento que ha sido parte de la vida de casi todos en mi familia. Después de cada jornada escolar nos alimentaba a su estilo unico y con las comidas a las que jamas le pusimos malas caras, reemplazaba platos por cuadernos y se aseguraba de que la lección este bien aprendida. A mi me sentaba a su lado a ver la novela brasilera del momento, costumbre y gusto que siguio vigente hasta el ultimo momento y que intento seguir de vez en cuando. En las tardes, cerraba las puertas con llave y nos obligaba a tomar siesta para asi poder tomarla ella tranquila. Yo esperaba verla dormida e intentaba escapar de sus calidos abrazos para ir a jugar en silencio con mis hermanos, pero casi siempre su calidez lograba vencerme.

Era una señora muy guapa y de joven lo habia sido mucho mas. Sus cabellos eran rubios y lacios aunque a veces aparecia con rulos en la cabeza producto de estar algunas horas con unos ruleros verdes de plastico que tapaba con un pañuelo de seda. Sus ojos eran verdes con parpados grandes, tenian la mania de llorar cuando reia a carcajadas. No recuerdo haberla visto llorar de tristeza y si es que alguna vez la vi, ya lo olvide. Su piel era blanca pero habia adquirido un color bronceado que la hacia ver mas joven. Sus hombros lucian pequeñas pecas y siempre tenian ese color de bronceado del que ella se jactaba. Su nariz no era respingada pero le daba caracter a su rostro al igual que esa frente amplia que hemos heredado algunos.

Sus amigas la llamaban "la gringa" y lo hacian con todo el cariño que ella se habia ganado a pesar de ese caracter tan especial. Nunca se callaba nada, ni lo bueno ni lo malo y aunque paresca mentira, siempre le agradecieron la sinceridad y la dureza para decir las cosas dandoles despues una pequeña sonrisita y esa tipica palmada en la espalda. Los años, la edad, la intranquilidad, la poca paz que significaba vivir con 3 ya adolescentes fueron creando en ella un escudo aun mas fuerte que ese jodido caracter. Las quejas eran continuas y su malhumor tambien. A pesar de eso, siempre encontraba algun motivo para sonreir y seguir empapando sus ojos verdes riendo sin parar, ya sea con algun programa de la estacion de radio que escucho toda la vida, de algun programa de television que no se perdia nunca, de alguna historia absurda que nosotros le contaramos o de algun nuevo sobrenombre o broma que mi hermano mayor tenia para mi. Otra de sus grandes alegrias salian a flote cuando rara vez pasaban por la radio una cancion que para ella era pecado no bailarla, cerraba los ojos, ponia una mano en su vienre y la otra la alzaba para coger la mano del viento y empezaba a moverse ... ahi, cerca a la radio de la lavanderia, cerraba los ojos, silbaba, tarareaba y mientras durara la cancion no habia nada ni nadie que la sacara de ese mundo musical. Nosotros solo reiamos y aun no entiendo porque, seguiamos intentando hablarle en esos momentos, aun sabiedo que no tendriamos respuesta alguna y que tendriamos que repetirselo cuando regresara a tierra.

Se fue mientras dormia por culpa de un cancer despiadado que debilito su corazón. Se durmio quiza con la inquietud de no verme llegar a casa. Yo, me dormi con la inquietud de una discucion a causa de mi libertad y me quede con una disculpa que no pude pedir por encontrarla dormida a mi llegada. Se fue de madrugada, mientras mi madre, la niña de sus ojos, estaba a miles de kilometros. Se despidio solo de ella antes de su viaje al país del sueño americano, pudieron hablar del que pasaba si... pudieron decirse lo mucho que se querian despues de mucho tiempo y supieron perdonar lo que seguramente ya estaba perdonado por esa magia del amor de madre. 

Murio la madrugada del 31 de Agosto, la verdad, no recuerdo de que año y a veces confundo la fecha. Solo recuerdo el silencio, las voces bajas, el beso que le di, el dolor, la paz, la oscuridad, el frio, las lagrimas y las sonrisas de resignacion que nos dabamos entre mis hermanos y yo, sus abrazos y su manera sutil de protegerme de la noticia. Recuerdo eso, resignacion... y esas sonrisas acompañadas de un guiño que dejaba caer una lagrima mas, y un movimiento de cabeza... como convenciendonos unos a otros en silencio, que era lo mejor, que todo estaria bien y que nos queriamos mas que nunca, y que la amabamos con la misma fuerza y la extrañariamos igual... y estamos juntos en esto... y asi fue...

Han pasado ya algunos años. Parecen demasiados por la ausencia y a la vez parecen muy pocos por el dolor. El lugar donde llegaban todos vestidos de negro a dar las mas sinceras condolencias de las que yo escapaba renegando, estaba lleno de caras con una tristeza extraña y aunque estuve ahi poco tiempo pude oir que contaban historias de ella, sonreian y movian la cabeza mirando al cielo. En una de las bancas, aparecieron dos señoras que nadie conocia, vestian sus trajes tipicos de sierra y unas trenzas bien ajustadas. Se sentaron ahi durante horas en silencio. A nadie se le ocurrio preguntarles siquiera quienes eran y mucho menos pedirles que se retiren. Todos supimos de inmediato que eran algunas de las "caseritas" que llevaban años atendiendo a La Mama dia a dia en el mercado y con las que ella siempre habia tenido una amistad muy peculiar. La Mama no tuvo nunca enemigos, ni hombres ni mujeres, no mas que quiza la propia familia que siempre peca de enemistarse entre ellos mismos y de amistarse luego por esa misma fuerza sanguinea que nos acerca inevitablemente.

Todos, a su manera, la querian y la respetaban aun mas. Siempre querian oir lo que tenia que decir, cual era su opinion y su critica, su consejo de madre, de amiga, de abuela, de tia, de vecina. Aun hoy, cuando algo sucede en la familia, un embarazo inesperado, un sueño alcanzado, un viaje, que se yo... todos nos preguntamos que estara pensando... que tendria que decir... e intentamos adivirnarlo recurriendo a algunas de sus tipicas frases, sonreimos y nos damos por bien servidos sabiendo que sigue por aqui, vigilando desde su ventana los malos pasos que damos, moviendo la cabeza, dandonos esa palmada en la espalda y esa sonrisita de burla que al final siempre nos obligaba a hacer mejor las cosas o esos ojasos verdes brillando mientras saltaba como una niña cuando estaba feliz o mejor aun, sus palabras de orgullo y oirla repetir varias veces por algunos dias nuestros logros y claro, dejando bien en claro que ella siempre supo que lo lograriamos remontandose a alguna historia de nuestra niñez, en donde seguramente estaba ella incluida... y nosotros, contentos por nuestro logro tan comentado, aun mas felices por ser su orgullo del momento, por ser de quien la Mama estaba hablando, creyendo que entonces estabamos por el camino correcto, que lo era todo... y es que la Mama, ella lo era todo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

la otra hoja cuadriculada de cuaderno universitario...

... No recuerdo que sentí, no recuerdo que dije y no se que debí decir. Solo puedo recordar una sonrisa chueca y mi voz pidiendo que sea mentira. Aun creo que es mentira, aun creo que no es real, aun siento miedo, aun a veces lo olvido por completo.

Positivo y negativo
negativa tu tristeza
positivo, resignacion
negativa, tu locura
positiva, la cordura
negativo es tu orgullo
positivo es ese amor
positivo... y no lo creo
positivo, no hay rencor
positivo y negativo
va corriendo por tus venas
positiva tinta roja
nunca olvides la nobleza
negativos, nunca mas
ni ante el miedo, ni la muerte
abrazate a tu guitarra
liberate con esas notas
de la sentencia y la ignorancia
positivo al amor
inmune al dolor...

algo que encontre...

Ordenando la habitacion que tendre que abandonar en unas semanas, encontre entre algunos documentos "importantisimos", dos hojas cuadriculadas de cuaderno universitario, bien dobladitas como si hubiera querido conservarlas en buen estado. No me gusta leer lo que escribo despues de tiempo. Me molesta no encontrarle sentido cuando esos sentimientos ya no existen y me molesta mas darme cuenta de que no me gusta nada, como escribo. En fin, no se por que... ahi va...

Siete punto miedo

Sorprendió con el fuerte golpe
remeció el suelo y mi miedo
huimos, despreocupados
reimos nerviosos entre ruidos extraños
buscando tan solo tenerlo a mi lado
Siguió como un terrible final
remeció mi soledad
el corazon corria del susto
mi mente corria hacia ti
deseando que estes ahí
aliviada de que no estes
Terminó con un suspiro pasajero
luego la muerte, terror, cemento
y mi egoista humanidad
solo queria abrazarte y llorar...

martes, 17 de marzo de 2009

la mas noble de las profesiones!

Algo bueno dentro de una horrible infraestructura
algo que brilla mas que los colores chillones de las huachafas prendas
un estilo propio escondido entre tanta poseria y delineadores negros
algo solido, como muy pocas almas confundidas y escandalosas
divertidos o chabacanos, sin contagiarnos de los aires de vulgaridad
sobrevivientes de algunos rumores inventados con envidia
la fuerza matutina para aguantar pisotones, apretones y tercos viejos profesores

Nada importa cada lunes, solo contar una nueva historia
no existe aburrimiento que no ayude a inventar nuevas frases
siempre tenemos el juego que no entiendo o algo que mate el hambre
excusa para no separarnos aunque el dia llego a su fin
(tenemos ya mas que eso)
jornadas de bromas frente a una pantalla
tenemos veranos para no ser extraños
tardes de pelicula, momentos de llanto
confesiones vergonzosas, comidas entre risas
tenemos dos hombros para prestar
tenemos un sueño que alcanzar
seguimos siendo sobrevivientes de las ganas de abandonar
a veces detestando en silencio
queriendonos cada dia mas
agradeciendo por un dia mas de carcajadas...

4 de marzo de 1984...

Mi mamá tenía 21 años. Mis hermanos, Fernando y Luis, tenían cuatro y dos años. El Beto, mi abuelo, vivía aun en Perú. Mi papá estaba emocionado con la idea de mi nacimiento aunque le daba temor no saber criar a una hija mujer después de haber tenido dos hijos hombres. Mi mamá estaba aun más emocionada por tener por fin la hija mujer que tanto anhelaba. La Mama, mi abuela, empezó a comprar regalos para mí desde que supo que sería mujer. Compró una pequeña pelota roja, un teléfono de juguete como los de esa época que sonaban al marcar los números. También compró una muñeca de trapo con cabellos ensortijados y rubios, un vestido verde con puntos blancos y ojos muy grandes verdes también. Ahora que recuerdo, se parecía un poco a ella e incluso tenía un vestido similar.

Era verano del 84, marzo para ser exacta. Dice mi mamá que ese verano fue uno de los más calurosos para ella, debe ser por esos molestos bochornos del embarazo. La noche calurosa del 4 de marzo, mi abuela estaba en el patio rojo de la casa sentada tomando una limonada helada para refrescarse. Mi mamá estaba terminando de acostar a mis hermanos, una tarea un poco difícil por el carácter juguetón de Fernando y las ganas de Luis de celebrar todo lo que él hacía. 

Cuando esperaba a Fernando y se le rompió la fuente se asustó como la chica de 17 años que era. Un tiempo después, en épocas navideñas, prendía algunos cohetes para que Fernando, sentadito un poco más allá, disfrutara de los colores y el sonido. Esa vez, cuando esperaba la llegada de Luis, dio un mal paso por evitar que Fernando se acercara y cayó al suelo golpeándose la barriga con el filo de un escalón. La fuente se rompió, pero su susto y dolor era más por el peligro de esa caída. Conmigo, ya era la tercera vez y no hubo ningún accidente de por medio, estaba tranquila y esperó que los demás se encargaran de llevarla a la clínica donde ya la estaban esperando.

La clínica Sánchez Moreno quedaba en el centro de Lima, había ido ahí las dos veces anteriores y ni ella ni mi abuela ni mi papá. que a todo le busca una deficiencia, tuvieron ninguna queja sobre las enfermeras o la atención. Hace unos años fui a comprar adornos navideños a Mesa Redonda y en un edificio antiguo de al lado, vi unas letras borrosas en la pared sucia que me indicaron que ahí quedaba la clínica que ya hace muchos años había dejado de existir. Como siempre, mi papá había desaparecido por unos días para irse de juerga con los amigos. Mi abuela decía que mi papá era bueno para las emergencias. De alguna manera se entero a los pocos minutos que el momento había llegado. Supongo que Chelita, mi abuela paterna, le había avisado al instante de recibir la llamada. Ella siempre sabia donde estaba.
Mi tía Florencia se quedo cuidando a mis hermanos y a su hija de la misma edad de Luis. Afuera de la sala de operaciones, muy cerca a la puerta, mi abuela trataba de escuchar un llanto de bebe para asegurarse de que ya había nacido. Mi papá daba vueltas y se acercaba de rato en rato a decirle algo gracioso a mi abuela, a ver si así le quitaba los nervios y de pasada se los quitaba el también. Mi abuelo, un tipo muy correcto calmado estaba sentado mirando a los dos nerviosos y los invitaba a sentarse con él con una voz muy suave y tranquilizante. En el tiempo que duro la operación no logro convencerlos y de cuando en cuando se paraba para acompañarlos al lado de la puerta.
Mi primer llanto fue el aviso de que ya había nacido. Mi abuela empezó a dar brincos mientras gritaba que ya había nacido y que mi llanto era bonito. Mi papá la abrazó pero ella no dejó de saltar. Mi abuelo, felicitó a mi papá muy correctamente. Mi mamá estaba agotada por el esfuerzo que tuvo que hacer pero se mantuvo despierta mirándome y vigilando todo lo que las enfermeras hacían conmigo. Naci pesando muy poco, midiendo menos y muy pálida. El doctor dijo que a pesar de mi peso todo estaba normal y que era una bebe muy sana. La Mama no pensó igual. Cuando me vio por primera vez le dio miedo cargarme, pensaba que me iba a “deshacer”. Perseguía al doctor y le pedía que le exija a mi mamá que coma más. Tenía la idea de que si mi mamá empezaba a comer yo iba a aumentar mi peso y todos se reían tratando de hacerla entrar en razón. Siempre usan la palabra “piltrafa” cuando me hablan de ese día: “eras una piltrafa”.
Escoger el nombre que me iban a poner fue causa de muchas discusiones que se dieron desde que supieron que sería mujer. El Beto quería ponerme Vera Lucia; Fernando quería que me llame igual que mi abuela paterna “Chelita”. Ella se llama Graciela pero él pensaba que Chelita era su verdadero nombre. Mi abuela quería que me pongan Lourdes o Roxana, los dos nombres de mi mamá. A mi papá le daba igual, no cree que los nombres sean importantes. Mi mamá no quería que yo tuviera ninguno de sus nombres. Había pensando en una cantante brasilera que mi abuela escuchaba en el toca discos pero se dio cuenta que hubiera sido un poco tonto llamarme Luisa Fernanda siendo los nombres en femenino de mis dos hermanos. Recordó que en el colegio tuvo una muy buena amiga, que le gustó su nombre y que alguna vez le dijo que si tenía una hija mujer le pondría Cristina. La solución la dio mi abuela y sugirió hacer un sorteo en ese momento para elegir mi nombre. Todos escribieron en un papel el nombre que querían para mí y los metieron en una bolsa. Se rieron mucho y hasta la acusaron de hacer trampa cuando mi abuela que sacó el papel leyó el nombre ganador que ella había escrito: Cristina Graciela de Lourdes. Una vez mi abuela me enseñó en papel ya amarillento que tenía guardado dentro de su pasaporte, me contó toda la historia y con una sonrisa picara recordó cuando la llamaron tramposa. En el mismo cajón guardaba un roponcito rosado tejido por ella que use cuando nací. Hace unos meses se lo regale a mi sobrina, cuando nació era una piltrafa.
En un descuido en el que mi mamá se fue al baño mi tía Florencia me sacó de la habitación. Nos buscaron por todos lados. Mi mamá pasó desesperada por uno de los cuartos y vio que una señora sentada en su cama me tenía en brazos. Era la Valentina de Oro que estaba internada en una habitación cercana. Me alzo mientras mi mamá nos miraba asustada y me dijo que sería una niña muy afortunada. Si mal no recuerdo esa historia, la Valentina murió poco tiempo después.
El primer día en casa me echaron encima de la cama. Fernando, que entendía lo que pasaba mas que Luis, estaba muy emocionado por conocerme. Entro corriendo al cuarto de mis papas, se acercó y me destapó. Dicen que su cara de confusión duro unos segundos: “Es china”. Me cubrió la cara con la colcha y se fue. Me gustaría poder saber si las imágenes que tengo por las miles de veces que me han contado la historia son tan parecidas con la realidad, de todas formas son los recuerdos robados mas hermosos que tengo.

miércoles, 4 de febrero de 2009

ella y el...

Como cada mañana, la Mama se servía el café con leche que le daba el aroma matutino al comedor de la casa y a su boca cuando me daba el beso de los buenos días. Mi mamá estaba sentada a su lado terminando de preparar para mí el pan con mermelada de fresa hecha por mi abuela. A mis 7 años sabia reconocer los desayunos especiales que esas dos mujeres hacían para mí y mis hermanos… una mermelada casera, una crema de aceituna, el pan francés con sangrecita y los tamalitos que venían siempre de la misma y antigua panadería… Después de 17 años de aquel desayuno se me hace difícil recordar la conversación de adultos que seguramente interrumpí para satisfacer mi curiosidad: -¿y cómo se conocieron tu y mi papá? – mi mamá solo sonrió un poco nerviosa y sorprendida y mi abuela soltó una carcajada - ¡Que tal Cristina… lo que quiere saber!, dijo. - es que quiero saber… nunca me han contado, ¡ya pues! En los 70´s, cuando los jóvenes limeños usaban pantalones acampanados y las chicas podían usar shorts muy cortos sin siquiera tenerle miedo al pudor, cuando Roxana ya tenía algunos años viviendo en San Borja y Augusto no muy cerca, en Balconcillo. Florencia, la hermana mayor de Roxana, conocía gente de todos lados de Lima. EL zambo, era uno de los que habían quedado prendidos de su alocada forma de ser y que cada vez que podía se subía a su moto y recorría la distancia entre La Victoria y San Borja solo para ir a verla un rato. Uno de esos días en que sus ganas de verla estaban presentes le pidió a su buen amigo Augusto que lo acompañara… El chato Augusto, el menor y mas engreído de cuatro hermanos, de una familia de padres separados aunque él no lo sentía así. Un tipo juguetón de piel trigueña con mucho carisma y sentido del humor, con guitarra en mano cantando cuanta canción pudiera aprender y poniéndole alegría a cuanta fiesta fuera invitado. -Chato, ¿vamos a ver a la gringa un rato? … Cada vez que el zambo iba a ver a la gringa Florencia, ella salía sin siquiera pedir permiso; se sentaban en las bancas de afuera de la casa y se quedaban horas conversando, fumando unos cigarros y dando vueltas en la moto de cuando en cuando. Roxana, la menor de cuatro y la más juiciosa de la familia; una niña que creció a merced de los problemas que ocasionaba la hermana mayor y la única que entendía las lagrimas de su padre. Una casi mujer de piel rosada y cabellos claros que siempre sonreía a pesar de tener el carácter complicado. Salía de rato en rato a las rejas de la casa a ver si su hermana mayor estaba aun cerca y al escuchar el sonido de la moto salía corriendo con la preocupación de que su papa no se diera cuenta y con la preocupación del tipo de vida que su hermana llevaba. Ese día de verano, Roxana estaba limpiando su bicicleta en el patio de la casa; el zambo y el chato llegaron haciendo ese ruido molesto con la moto que ella tanto odiaba… levanto la mirada y los vio parados frente a las rejas esperando alguna respuesta al sonido del timbre que habían tocado. -¡Florencia… te buscaaan! La gringa salió corriendo a los pocos segundos, tiempo suficiente para que los chicos pudieran comentar sobre el mal carácter de esa bonita niña que no quiso ni mirarlos… -¡Que jodida! -Es su hermana… es buena gente ah! Como nunca, se quedaron conversando cerca a las rejas por un rato antes de salir corriendo a sentarse en las bancas y fumar todos los cigarros que podían durante esa tarde calurosa. Florencia que estaba recostada sobre las rejas estuvo a punto de caer cuando se abrieron bruscamente. Era Roxana que salía con arrogancia y su cara de pocos amigos y su bicicleta atropellando sin ningún cuidado al Chato Augusto que estaba distraído encendiendo un cigarro. -¡cuidado! -¡permiso pues!… Sus cabellos castaños tenían un brillo diferente con la luz del sol. No era solo una niña malcriada en una bicicleta, era una casi mujer con pantalones cortos y mejillas rosadas. Reconoció en ella y en su ceño fruncido una dulzura que estaba siendo invadida por problemas de los que ella no debía ocuparse a su tierna edad. Algo en ella hizo que el Chato siguiera acompañando al zambo a esa casa en San Borja. Las siguientes semanas el sonido de su guitarra lograron arrancarle palabras amigables y unas cuantas carcajadas aunque no estaba pasando por el mejor momento. Sus hermanos ya no estaban en el país. Florencia se había ido a estudiar a Brasil unos días después que Roxana y Augusto se vieron por primera vez y su mamá se iría en pocos días. Su vida estaba dando un cambio rotundo, su familia enrumbaba a otro país y a ella la dejaban al cuidado de una tía no muy cercana y lejos de su casa y amigas. La familia y amigos del Chato llenaron el vacio que su familia había dejado al irse y él le daba la atención que hacía ya muchos años su padre no le daba. Se enamoraron, ella tenía 15 y el 19 años, y se enamoraron como dos jóvenes ingenuos. Fueron juntos a la fiesta de graduación, Roxana se puso un vestido blanco y ancho para la fiesta. No quería que los profesores del colegio notaran la misteriosa panza que le estaba creciendo. La ceremonia del matrimonio fue hermosa, un tío muy querido la acompaño al altar. Estaba hermosa, sus mejillas estaban aun mas rosadas que nunca y su rostro de niña se escondía tras el suave maquillaje que la obligaron a usar. Llegó en carroza a la fiesta en casa de sus suegros, en Balconcillo. Las historias y las tantas mujeres que marcarían ese matrimonio no se hicieron esperar en la fiesta, sus primeras lágrimas como casada aparecieron desde ese día y su sonrisa de blanca novia fue desapareciendo con el pasar de los meses.

miércoles, 28 de enero de 2009

le bebe*

Llevo semanas imaginando su rostro. He creado en mi mente una imagen de su nariz, un poco ancha pero redonda y los ojos algo achinados como los de su madre. Es increible como la dulce espera envuelve al mas reacio y hace sonreir al que mas desea aparentar ser rudo. Es increible como la noticia llenó de lagrimas nuestros ojos que eran de preocupacion y lealtad, es increible como todo lo malo del pasado se borro automaticamente al enterarnos de esos nuevos latidos.

... No tendre vinculos de sangre con el, no tendre que oir sus llantos al amanecer y quiza llegue el dia en que no pueda verlo crecer. Lo que me une a el son esas ganas de verlo llegar a este mundo, es la emocion que me llena al ver una redonda panza que lo lleva dentro, es el querer poder engreirlo cuando se porte mal. Lo que me une a el, es el inmenso cariño que le tengo a su madre. Lo que me une a ella, es la amistad que hasta ahora y a pesar de todo no ha podido quebrarse, es el lugar magico de maderas, son las risas, la complicidad con nuestro tercio perfecto. Porque eso tampoco pudo quebrarse, porque somos tres esperando un cuarto personaje que nos una mas. (como ya lo ha hecho) Lo que me une a ellos, es la promesa silenciosa de estar ahí.
(esperando que nazca le bebe* ... KaClaSo(lebebe)*

minutos...

En un solo día, en un minuto la vida puede dejar de ser como era un minuto antes. Puedes, en un momento, conocer a alguien sin saber que será tan importante en tu vida. Puedes empezar un vana conversacion con quien mas adelante puede ser una gran amiga, puedes despedirte de alguien creyendo que el tiempo pasará rapido antes de volver a verla y seguir esperando año tras año volver a tenerla cerca. Incluso en pocos segundos, puedes decir cosas que pueden cambiar tu vida, que te abriran una puerta o cerraran otras miles, que te acercaran o te alejaran de alguien. Mi vida depende de los minutos, esos que siguen pasando y siguen cambiandome la vida. En un minuto decidi que valia la pena enfrentarme a lo nuevo y arriesgar a mi corazón. Con ello vinieron las ganas inconscientes de romper muros y los rompi. Vinieron miles de momentos inolvidables, con ello llegó un sentimiento que nunca me habia visitado...

Luego, en pocos minutos, se desvanecio. La palabra amarga llegó y me alejó. La palabra incorrecta cerro una puerta que pudo haber estado abierta eternamente y por esa puerta salieron huyendo la inconsciencia y las ganas, las fuerzas y la paciencia Entraron en cambio las penas, las lagrimas que ya andaban por aquí, el dolor, el rencor, la ira y los malos momentos se apoderaron de los muros que ya no existian. Minutos, otra vez, de soledad, de recuerdos, de confusion, de ganas y desganas. Momentos de debilidad y voces que no me permiten serlo. 

Pocas cosas estan claras. Tengo miles de preguntas. El por qué no funcionó, el por qué a mi, otra vez. Pocas cosas estan claras cuando este dolor regresa y se une a la soledad de cada domingo sin hogar. La unica claridad que viene a mi es que ya no tengo ganas de luchar en una guerra absurda donde quedaban heridos los buenos momentos.