- Todo seria tan distinto si estuvieras aqui, tantas cosas estarian en orden, no habria tanta soledad, aunque desde que te fuiste la esperanza es distinta, se siente mas... como si tuvieramos la certeza de que sigues guiandonos, que sigues dandonos palmaditas en la espalda, besos en las piernas y la proteccion de las siestas. Como si siguieramos jugando en el jardín de la casa mientras nos miras por la ventana, cuidandonos de las caidas y disfrutando con nuestras risas.
Florence Graciela Ross Villaran ... "La Mama"
Aun tengo grabada en mi memoria sus medias largas de colores. Una época se pusieron de moda entre las chicas de mi edad, pero ella tenía siempre las más coloridas y bonitas. La recuerdo sentadita en una alfombra donde debía posar sus pies cada mañana al levantarse. La recuerdo sentadita, enseñándome algunos discos de vinilo de la gran colección que guardaba en el "mueble de los discos". Una vez, me enseño muy emocionada el disco con todas las canciones de "The Sound of Music" y se emocionaba aun mas al ver mi interés por el y por la película. Así, sentada en esas alfombras que cambiaba cada tanto, se pasaba horas contándome las historias de su niñez con amas y cocineras, de su elegante padre y de su querida perrita Dolly. Sus ojos verdes se llenaban de vida cuando intentaba describirme las calles de Lima de aquellas épocas, los hoteles elegantes y los verdaderos bailes.
Nació un 10 de Setiembre en la capital, la llamaron Florence Graciela y llevó, hasta sus ultimos dias, bien puestos el Ross de su padre y el Villaran de su madre. Al pasar de los años la gente deformo su nombre y hasta ella se reconocia con un simple y menos alienado "Florencia".
Era hija de una señorona, de esas que pasaban sus vidas preocupadas mas por la reputación de la familia que por intentar tener una relación mas estrecha con sus hijos y ansiosa por que las cenas estuvieran siempre a la hora, eso si, preparadas por el personal de cocina de la casa. Su padre, era un publicista ingles, elegante, puntual y serio pero que siempre encontraba la forma de regalarle una sonrisa. Murio cuando ella bordeaba los 16 años y tuvo que ser declarada mayor de edad para hacerse cargo de la empresa y del peso que una señorona preocupada por las cenas no era capaz de cargar.
La Mama, como sus hijos y nietos la llamabamos, nos recordaba de vez en cuando con mucho orgullo que la agencia de publicidad de su correcto padre habia traido al Perú los primeros anuncios con luces de neón. Yo me burlaba un poco e incluso dudaba de la veracidad de su historia, ella me daba una palmada en la espalda impulsada por la piconeria, sonreia de lado y se burlaba de mi por no haber vivido lo que ella me contaba. Se burlaba también de mi interes por la cultura inglesa y por las imagenes e historias de esa Lima antigua de la que ella tanto hablaba. A veces, les contaba a mis hermanos sobre las fiestas en el Hotel Crillon, las matines en los cines y las amigas de guantes blancos y al verme llegar se quedaba callada esperando, quiza, que mi emoción le diera fuerzas para seguir recordando. Y recordaba, porque al quedarnos solas olvidabamos las burlas y silencios, ella sin omitir detalles y yo creyendole cada palabra e intentando dibujar en mi cabeza y en blanco y negro las imagenes de las historias que me regalaba. Porque eran para mi, eran mis tardecitas con ella sentadita en la alfombrita, antes de su siesta que muchas veces me obligó a hacer, bien juntito a ella.
Estudio en el Belén, un colegio de monjas francesas y de nombres que no recuerdo. En su desesperación por ver la mala educacion de los tantos colegios por los que yo iba pasando, me explicaba que antes, las chicas se la pasaban estudiando día y noche con sus uniformes blancos de verano, con cursos que iban mas alla de las matematicas y la historia, cursos que servirian para la vida real y cotidiana.
Era rebelde para su epoca, o por lo menos eso pense cuando me hablo de esa musica que fue prohibida y que ella impuso en las fiestas que ofrecia, dejando a todos sin mas remedio que bailar al compas de la que hasta sus ultimos dias, fue una de sus melodias favoritas, el Mambo.
He intentado buscar la imagen perfecta para la historia del rey del Mambo. Esa en la que la Mama caminaba por Jiron de la Unión cuando vio sobre su vereda un rostro familiar, un sombrero que la saludaba educadamente y un brazo que la rozo sin querer para darse cuenta de que Perez Prado, el cantante del momento, habia pasado justo a su lado. Ella no entendía, y comparaba esa experiencia con los gritos exitados que las chicas de mi edad daban por esos salseros de moda.
Conocio al que fue su esposo en la estación de radio donde su voz era usada para diferentes personajes de radionovelas. Ahí, conocio a Chabuca Granda, o como ella la llamaba con desprecio, Chabuquita Fuller y sacaba de la tumba aquellos rumores que hablaban de otra mano que realmente escribía las canciones y del credito que ella se llevaba.
Tuvo 4 hijos, entre ellos mi madre, la menor, la niña de sus ojos. Su matrimonio, del que no sé mucho, era al parecer un acuerdo en el que se respetaban mutuamente pero en el que el amor habia dejado de existir hacia mucho tiempo. El es aun un tipo bonachon y a ella, eso le aburria. Se separaron quiza desde mucho antes que yo naciera, pero mi abuelo, "El Beto", dejo la casa cuando yo tenia 3 años para irse a España.
La casa donde yo conoci a la Mama y que me presto como mia por muchos años, la gano en un sorteo cuando San Borja aun era pedazos de haciendas de grandes señores y donde las vacas pasaban al pie de su ventana. En esa casa jugaron sus hijos y sus nietos, los amigos de sus hijos y los nuestros. Aunque vivimos ahi toda nuestra vida siempre fue para nosotros "la casa de la Mama". Esa casa que seria testigo de incontables risas y alegrias, de peleas familiares que nunca se hicieron extrañar y de la madrugada mas fria, cuando por el pasadizo se anunciaba que La Mama, nos habia dejado para, espero, dejar de sufrir.
Era una virgo perfecta. Vanidosa sin llegar a caer en lo antipatico. Siempre tuvo muy claro quien era y lo que podia darle a este mundo y a los que dependian de sus cuidados. Tenia un sitio especifico para cada cosa, era ordenada dentro de un desorden que solo ella entendia y que fue muy util para encontrar velas, linternas y comida cuando los apagones invadian las noches limeñas.
Su habitacion, la primera de ellas, se me ha tornado borrosa. Ha sido opacada por el recuerdo de una habitacion con olor a medicamento y a miedo. Al final del pasadizo, al lado del pulcro baño, estaba esa habitacion borrosa. La ventana estaba sobre el jardin de la casa y desde ahi vigilaba nuestras horas de juego despues de hacer las tareas, vigilaba que las paredes de su casa no quedaran con marcas ovaladas por una pelota traviesa y vigilaba tambien que yo pudiera ser parte de los juegos de mis hermanos sin ser molestada por ellos y si no era asi, un grito desde aquella ventana bastaba para darme mi lugar o aconsejarme que dejara de hacer papel de idiota y entrara a su habitacion, donde estaria mas segura.
Tenia ella, un gran afan por Brasil. Vivio ahi por algun tiempo y siempre hablaba de el con nostalgia, sentimiento que ha sido parte de la vida de casi todos en mi familia. Después de cada jornada escolar nos alimentaba a su estilo unico y con las comidas a las que jamas le pusimos malas caras, reemplazaba platos por cuadernos y se aseguraba de que la lección este bien aprendida. A mi me sentaba a su lado a ver la novela brasilera del momento, costumbre y gusto que siguio vigente hasta el ultimo momento y que intento seguir de vez en cuando. En las tardes, cerraba las puertas con llave y nos obligaba a tomar siesta para asi poder tomarla ella tranquila. Yo esperaba verla dormida e intentaba escapar de sus calidos abrazos para ir a jugar en silencio con mis hermanos, pero casi siempre su calidez lograba vencerme.
Era una señora muy guapa y de joven lo habia sido mucho mas. Sus cabellos eran rubios y lacios aunque a veces aparecia con rulos en la cabeza producto de estar algunas horas con unos ruleros verdes de plastico que tapaba con un pañuelo de seda. Sus ojos eran verdes con parpados grandes, tenian la mania de llorar cuando reia a carcajadas. No recuerdo haberla visto llorar de tristeza y si es que alguna vez la vi, ya lo olvide. Su piel era blanca pero habia adquirido un color bronceado que la hacia ver mas joven. Sus hombros lucian pequeñas pecas y siempre tenian ese color de bronceado del que ella se jactaba. Su nariz no era respingada pero le daba caracter a su rostro al igual que esa frente amplia que hemos heredado algunos.
Sus amigas la llamaban "la gringa" y lo hacian con todo el cariño que ella se habia ganado a pesar de ese caracter tan especial. Nunca se callaba nada, ni lo bueno ni lo malo y aunque paresca mentira, siempre le agradecieron la sinceridad y la dureza para decir las cosas dandoles despues una pequeña sonrisita y esa tipica palmada en la espalda. Los años, la edad, la intranquilidad, la poca paz que significaba vivir con 3 ya adolescentes fueron creando en ella un escudo aun mas fuerte que ese jodido caracter. Las quejas eran continuas y su malhumor tambien. A pesar de eso, siempre encontraba algun motivo para sonreir y seguir empapando sus ojos verdes riendo sin parar, ya sea con algun programa de la estacion de radio que escucho toda la vida, de algun programa de television que no se perdia nunca, de alguna historia absurda que nosotros le contaramos o de algun nuevo sobrenombre o broma que mi hermano mayor tenia para mi. Otra de sus grandes alegrias salian a flote cuando rara vez pasaban por la radio una cancion que para ella era pecado no bailarla, cerraba los ojos, ponia una mano en su vienre y la otra la alzaba para coger la mano del viento y empezaba a moverse ... ahi, cerca a la radio de la lavanderia, cerraba los ojos, silbaba, tarareaba y mientras durara la cancion no habia nada ni nadie que la sacara de ese mundo musical. Nosotros solo reiamos y aun no entiendo porque, seguiamos intentando hablarle en esos momentos, aun sabiedo que no tendriamos respuesta alguna y que tendriamos que repetirselo cuando regresara a tierra.
Se fue mientras dormia por culpa de un cancer despiadado que debilito su corazón. Se durmio quiza con la inquietud de no verme llegar a casa. Yo, me dormi con la inquietud de una discucion a causa de mi libertad y me quede con una disculpa que no pude pedir por encontrarla dormida a mi llegada. Se fue de madrugada, mientras mi madre, la niña de sus ojos, estaba a miles de kilometros. Se despidio solo de ella antes de su viaje al país del sueño americano, pudieron hablar del que pasaba si... pudieron decirse lo mucho que se querian despues de mucho tiempo y supieron perdonar lo que seguramente ya estaba perdonado por esa magia del amor de madre.
Murio la madrugada del 31 de Agosto, la verdad, no recuerdo de que año y a veces confundo la fecha. Solo recuerdo el silencio, las voces bajas, el beso que le di, el dolor, la paz, la oscuridad, el frio, las lagrimas y las sonrisas de resignacion que nos dabamos entre mis hermanos y yo, sus abrazos y su manera sutil de protegerme de la noticia. Recuerdo eso, resignacion... y esas sonrisas acompañadas de un guiño que dejaba caer una lagrima mas, y un movimiento de cabeza... como convenciendonos unos a otros en silencio, que era lo mejor, que todo estaria bien y que nos queriamos mas que nunca, y que la amabamos con la misma fuerza y la extrañariamos igual... y estamos juntos en esto... y asi fue...
Han pasado ya algunos años. Parecen demasiados por la ausencia y a la vez parecen muy pocos por el dolor. El lugar donde llegaban todos vestidos de negro a dar las mas sinceras condolencias de las que yo escapaba renegando, estaba lleno de caras con una tristeza extraña y aunque estuve ahi poco tiempo pude oir que contaban historias de ella, sonreian y movian la cabeza mirando al cielo. En una de las bancas, aparecieron dos señoras que nadie conocia, vestian sus trajes tipicos de sierra y unas trenzas bien ajustadas. Se sentaron ahi durante horas en silencio. A nadie se le ocurrio preguntarles siquiera quienes eran y mucho menos pedirles que se retiren. Todos supimos de inmediato que eran algunas de las "caseritas" que llevaban años atendiendo a La Mama dia a dia en el mercado y con las que ella siempre habia tenido una amistad muy peculiar. La Mama no tuvo nunca enemigos, ni hombres ni mujeres, no mas que quiza la propia familia que siempre peca de enemistarse entre ellos mismos y de amistarse luego por esa misma fuerza sanguinea que nos acerca inevitablemente.
Todos, a su manera, la querian y la respetaban aun mas. Siempre querian oir lo que tenia que decir, cual era su opinion y su critica, su consejo de madre, de amiga, de abuela, de tia, de vecina. Aun hoy, cuando algo sucede en la familia, un embarazo inesperado, un sueño alcanzado, un viaje, que se yo... todos nos preguntamos que estara pensando... que tendria que decir... e intentamos adivirnarlo recurriendo a algunas de sus tipicas frases, sonreimos y nos damos por bien servidos sabiendo que sigue por aqui, vigilando desde su ventana los malos pasos que damos, moviendo la cabeza, dandonos esa palmada en la espalda y esa sonrisita de burla que al final siempre nos obligaba a hacer mejor las cosas o esos ojasos verdes brillando mientras saltaba como una niña cuando estaba feliz o mejor aun, sus palabras de orgullo y oirla repetir varias veces por algunos dias nuestros logros y claro, dejando bien en claro que ella siempre supo que lo lograriamos remontandose a alguna historia de nuestra niñez, en donde seguramente estaba ella incluida... y nosotros, contentos por nuestro logro tan comentado, aun mas felices por ser su orgullo del momento, por ser de quien la Mama estaba hablando, creyendo que entonces estabamos por el camino correcto, que lo era todo... y es que la Mama, ella lo era todo.